El Búho y la Luciérnaga, La Hormiga y la Cigarra, El Cuervo y la Jarra de Agua
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El Búho y la Luciérnaga, La Hormiga y la Cigarra, El Cuervo y la Jarra de Agua

🦉🐜 Tres relatos breves de astucia y perseverancia: descubre la sabiduría del búho, la tenacidad de la hormiga y la ingeniosa audacia del cuervo. Historias cálidas para leer online o disfrutar en audio y vídeo. Ideal para aprender en familia o en clase y recordar que, con esfuerzo y confianza, podemos lograr grandes cosas. 🌟🐦
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Fábulas

El búho y la luciérnaga

En lo alto de un viejo roble, vivía un búho solitario que se pasaba las noches en silencio, observando el bosque con sus grandes ojos. Una noche, mientras contemplaba el cielo estrellado, se fijó en una pequeña luz que titilaba entre las hojas. Era una luciérnaga, revoloteando con alegría y emitiendo su tenue brillo.

El búho, curioso y un poco molesto, se acercó a la rama donde la luciérnaga se posaba.

—¿Por qué brillas tanto? 

Preguntó el búho con un tono áspero

-Aquí, la noche debe ser oscura y silenciosa.

—Es mi naturaleza

Respondió la luciérnaga con humildad.

-No pretendo molestar a nadie, solo ilumino lo que me rodea.

El búho, lleno de envidia, agitó sus alas para tratar de apagar aquel brillo. Una y otra vez soplaba con su pico, pero la luciérnaga volvía a encenderse. El búho insistía en que se fuera, pero ella simplemente volaba a otro lugar cercano y seguía brillando.

Con el transcurso de la noche, el búho se fue cansando, notando que sus esfuerzos eran inútiles. La luciérnaga permanecía luminosa y alegre, a pesar de los constantes intentos de aquel pájaro por apagar su luz. Finalmente, el búho, agotado, regresó a su rama, sin decir palabra.

Cuando el sol empezó a asomarse, la luciérnaga se despidió con una pequeña reverencia.

—Gracias por acompañarme en la noche, aunque haya sido un poco accidentada

Dijo con educación.

El búho, un tanto avergonzado, se ocultó entre las sombras del gran roble sin responder.

Moraleja: No dejes que la envidia de los demás apague tu luz. Tu brillo interior es único y no debe ser limitado por la negatividad que te rodea.

La hormiga y la cigarra

Bajo el sol abrasador de un día de verano, la hormiga trabajaba sin descanso. Reunía semillas, hojitas y cualquier provisión que encontrara para guardar en su hormiguero.

Cerca de allí, una cigarra de espíritu alegre cantaba con su violín imaginario, entreteniéndose y disfrutando de la brisa.

—¡Hormiga, ven a cantar conmigo!

Exclamó la cigarra con entusiasmo.

El día es hermoso y la vida es corta. ¿Por qué no te diviertes un poco?

La hormiga, sudando por el esfuerzo, respondió con calma:

—El verano pasará pronto, y debo llenar mi despensa para cuando llegue el frío. Te sugiero que hagas lo mismo.

La cigarra, confiada en que siempre habría algún recurso disponible, siguió con su música, bailes y risas. No pasaba mucho tiempo recolectando alimentos, pues prefería pasar el tiempo en las fiestas que organizaban otros insectos del prado.

Llegó el otoño, luego el invierno, y el prado se cubrió de hojas marchitas y ventiscas heladas.

Sin nada que comer ni un refugio adecuado, la cigarra terminó llamando a la puerta del hormiguero.

—Hormiga, por favor, ayúdame.

Rogó con voz temblorosa.

-No tengo provisiones y muero de hambre y frío.

La hormiga, aunque recordaba las burlas y la falta de previsión de la cigarra, le abrió la puerta. Compartió con ella algo de comida y un espacio para calentarse.

—Entra, amiga mía. Es cierto que hay que disfrutar de la vida, pero también debes entender la importancia de prepararte para los tiempos difíciles.

Moraleja: Trabaja y prepárate para el futuro, pues la despreocupación total puede llevar a la escasez.

El cuervo y la jarra de agua

En la mitad de un camino polvoriento se encontraba un cuervo sediento, en busca de alguna fuente de agua para calmar su garganta reseca.

Después de volar largo rato, divisó una jarra a un lado del camino. Sin perder tiempo, se posó en el borde, descubriendo que apenas quedaba un poco de agua en el fondo.

Al principio, el cuervo intentó meter su pico, pero el cuello de la jarra era demasiado estrecho. Se quedó mirando la superficie del agua, pensando que, si desistía, tendría que buscar otro lugar para beber. Sin embargo, recordó haber visto a otros animales resolver problemas con ingenio.

—¿Cómo puedo hacer subir el agua?

Se preguntó el cuervo, mirando a su alrededor.

A pocos pasos, vio pequeños guijarros esparcidos por el suelo. Con un destello de inteligencia, tomó uno con el pico y lo dejó caer dentro de la jarra. Observó que el nivel del agua aumentaba apenas un poco.

Repitió la acción con más y más piedras, llenando la jarra con cuidado para no romperla. Poco a poco, el agua fue subiendo hasta que por fin pudo alcanzarla y beber con tranquilidad.

Satisfecho y orgulloso de sí mismo, el cuervo levantó el vuelo hacia su próximo destino, dejando la jarra con las pequeñas piedras en el fondo, como recuerdo de su astucia.

Moraleja: La inteligencia y la paciencia pueden resolver problemas que parecen imposibles.

 

Y eso es todo, de momento.

Hasta el próximo cuento.